Introducción Teórica Metodológica
Propósitos
El alumno:
·
Conocerá algunas herramientas
teórico-metodológicas utilizadas para el estudio de la Historia de México.
·
Comprenderá el sentido de estudiar Historia de
México.
·
Identificará la relación que existe entre los procesos históricos nacionales y
mundiales.
Temática
1.
¿Qué es la Historia?
2.
Espacio y tiempo en la Historia
3.
Sentido de estudiar la historia de México
4.
La historia de México en el contexto de los
procesos históricos mundiales
5. El proceso de investigación histórica: objeto
de estudio, fuentes e interpretación.
¿Qué
es la Historia?
El
concepto Historia tiene un doble significado. Por un lado, hace referencia al
acontecer humano, es decir, a las acciones o hechos de toda naturaleza que el
hombre realiza en su convivencia con otros hombres y con su entorno; y por
otro, el concepto Historia se refiere al estudio de ese acontecer.
La Historia como
estudio
del acontecer humano puede tener un carácter meramente descriptivo y narrativo,
o bien, puede proponerse interpretar y explicar las diversas acciones humanas
que se dan en dicho acontecer. Cuando la Historia se propone interpretar y
explicar las acciones humanas adquiere la categoría de ciencia, por lo que se
le ha definido como la ciencia que
estudia al hombre en sociedad a través del tiempo y en diversidad de espacios.
La Historia no es la ciencia que estudia al pasado, pues no le importa el
tiempo por sí mismo, su objeto de estudio es el hombre y sus acciones en el
tiempo y el espacio, tanto las muy
remotas como las más recientes. En este texto usaremos la h para referirnos a
la historia como acontecer y la H cuando hablemos de la Historia como ciencia.
La historia como acontecer la construimos todos los hombres, tanto los personajes
importantes y destacados (presidentes, lideres, caudillos, etc.), como los
hombres comunes y corrientes, por lo que se constituye tanto de hechos sobresalientes (batallas, revoluciones, gobiernos,
inventos, expresiones artísticas, etc.), como de hechos cotidianos y anónimos
(formas de comer, de vestir, de educar a los hijos, de formar familias, de
amar, de temer, etc.). Así pues,
todos los hombres somos sujetos
históricos, en tanto que construimos la historia viva, y somos como tales, objeto de estudio de la Historia como
ciencia.
Pero
la historia como ciencia requiere de especialistas: los historiadores, que
construyen el conocimiento histórico a través de la aplicación de métodos de
investigación, interpretación y explicación de todos los hechos humanos o hechos históricos. Los hechos
históricos no tienen importancia si se les estudia aislados del contexto en que
se manifiestan, por lo que, de
acuerdo a su carácter, debe estudiárseles como parte de procesos más amplios (económicos, políticos, sociales y
culturales).
El conocimiento histórico es un conocimiento valioso para los hombres pues ayuda a conocernos como sujetos históricos, es decir, permite que tomemos conciencia de que nuestras acciones son valiosas y de que podemos actuar en el acontecer e incidir en él para que las cosas cambien o permanezcan.
El conocimiento histórico es un conocimiento valioso para los hombres pues ayuda a conocernos como sujetos históricos, es decir, permite que tomemos conciencia de que nuestras acciones son valiosas y de que podemos actuar en el acontecer e incidir en él para que las cosas cambien o permanezcan.
Tiempo y espacio en el estudio de la Historia de México
La
historia como acontecer se desarrolla en dos dimensiones inseparables: tiempo
y espacio. En ellos ocurren las diversas acciones y relaciones que los
hombres realizan en su convivencia social. La Historia, como estudio del
acontecer, necesita comprender y utilizar ambas dimensiones para poder ubicar y
explicar las acciones humanas.
El tiempo histórico
El
tiempo es un concepto que ha intrigado siempre a los hombres. Es algo que
experimentamos pero no vemos. Es algo intangible, pero sin embargo mesurable.
No sabemos exactamente si vivimos en él o si él vive en nosotros. Los filósofos
y los científicos han tratado de explicarlo y nos han dado algunas pautas para
ayudarnos a entenderlo. El tiempo, nos dicen,
es perceptible porque se asocia con movimiento, cambio y duración. La duración de un
movimiento entre dos cambios permite su medición.
Podemos
hablar de dos caras del tiempo: el tiempo físico y astronómico, observable a
través del movimiento de los astros, del día y la noche, de las estaciones,
etc., medido y organizado por el reloj y el calendario; y, el tiempo existencial de lo humano o
tiempo histórico, que es el tiempo de los movimientos y cambios de la
sociedad, cuyas duraciones son más difíciles de percibir y precisar por sí
mismas, por lo que se ubican y miden
dentro del tiempo cronológico de los calendarios. A diferencia del tiempo
físico y astronómico que presenta cierta regularidad (hora, día mes, etc.), el
tiempo histórico es un tiempo múltiple, irregular y heterogéneo,
que puede manifestarse acelerada o lentamente, mostrando cómo las duraciones de
los procesos históricos se alargan, se acortan o son simultáneas. El objeto de estudio de la Historia, recordemos, no es
el tiempo, sino el hombre actuando en él como ser social.
Para
estudiar las acciones y relaciones del hombre a través del tiempo, los
historiadores las han clasificado y organizado en periodos, de acuerdo a
determinadas características y a los momentos en que acontecen dentro del
tiempo calendárico.
Estas
periodizaciones son recursos convencionales que varían de acuerdo a la
concepción histórica que se tenga y a las intenciones o sentido con que se
estudia la historia. Algunas propuestas
de periodización parten de criterios políticos (como sucede con la historia
oficial); otras mezclan criterios económicos, políticos, sociales y culturales;
otras más intentan partir del elemento que consideran es el más importante en
un momento determinado. Los nombres que se dan a cada periodo, por lo tanto,
pueden variar. Así mismo, algunas periodizaciones proponen una fecha de inicio
y fin de un proceso, en tanto otras
proponen fechas distintas para el mismo proceso, conforme a los
acontecimientos que se tomen como referentes. La fecha en la historia es una
referencia relativa, en tanto que ningún
hecho o proceso histórico aparece espontáneamente, ni es determinado por el
tiempo físico del calendario. Lo importante aquí, en todo caso, es resaltar que
para el estudio y comprensión de los procesos históricos es necesario comenzar
por organizarlos temporalmente en periodos, a partir de criterios del presente
que den sentido a su estudio.
Periodizar
es una necesidad metodológica que nos ayuda a entender el desenvolvimiento de
los procesos históricos y su duración.
Por ejemplo, en el periodo prehispánico el desarrollo de la civilización
mesoamericana duró 4000 años (2 500 a.C.-1521 d.C.); la guerra de independencia, 11 años
(1810-1821); el porfiriato, 35 años (1876-1911), etc. Sin embargo, no podemos observar con estas
periodizaciones la continuidad o la desaparición de ciertos rasgos
históricos, ni las duraciones de otros
procesos paralelos que tienen lugar dentro de cada uno de ellos.
Existe
una propuesta teórica que permite percibir y analizar múltiples duraciones dentro de los procesos
históricos mundiales y/o nacionales. Esta propuesta conocida como larga
duración parte de la idea anteriormente señalada de que el tiempo
histórico es irregular (los procesos no son lineales, ni siempre van hacia
delante), múltiple y heterogéneo (puede contener en un mismo proceso, diversos
procesos con distintas duraciones). Explica que el desarrollo histórico se ha
percibido en tiempos cortos, medios y largos, y, que estas tres duraciones
coexisten simultáneamente. El tiempo
corto es el tiempo breve de los hechos, de los acontecimientos rápidos que
apenas duran (el asesinato de Madero, por ejemplo). El tiempo medio, llamado coyuntural,
es el tiempo de procesos más amplios, gestados en decenas de años, a un ritmo
regular (la formación y desarrollo del Estado-nación en México, como ejemplo). El tiempo largo o de larga
duración es un tiempo históricamente lento, expresado en centenas o
miles de años, en donde el desarrollo y permanencia de ciertos fenómenos
históricos atraviesan varios periodos o etapas coyunturales o de mediana
duración (el culto guadalupano, el cultivo y consumo del maíz, la ideología
liberal, etc.).
El espacio
Cuando en Historia se habla de espacio
generalmente se hace referencia al espacio físico, a la naturaleza, a un
espacio material en donde los hombres viven y realizan sus actividades. Este
espacio físico-natural, al que llamamos mundo, está formado por una gran
diversidad de regiones geográficas y de climas que condicionan el desarrollo de múltiples posibilidades de existencia
y creatividad humanas, de múltiples historias. La diversidad es la característica particular del espacio-mundo, así
como el cambio lo es del tiempo. No
hay personas ni pueblos que no se ubiquen en el espacio; incluso, la lucha por
un territorio (espacio) ha sido una constante en la historia.
Entender
el espacio significa entender la relación del ser humano con su entorno
natural. La naturaleza provee y limita a la vez las condiciones de existencia
del hombre, así como el hombre con sus acciones transforma y humaniza a la
naturaleza. Por ello, el espacio no se refiere solamente a un lugar geográfico
con determinadas características físicas, sino también a toda una construcción
histórica que el hombre ha hecho físicamente en él y en su pensamiento
respecto a él. Desde su aparición sobre la tierra el hombre se ha apropiado y
transformado con su trabajo a la naturaleza, ha desarrollado a partir de ella
toda una cultura material (actividades y
técnicas productivas, instrumentos de trabajo, obtención de cierto tipo de
productos, hábitos alimenticios, etc.) y una organización política y social
(repúblicas, reinos, feudos, estados, diócesis, barrios, etc.). La ha
representado en esquemas cósmicos y en mapas; y, también, a partir de ella ha
construido sus mitos, sus creencias, sus miedos, sus intereses, sus esperanzas.
Cuando
hablamos de México como nación, con un territorio determinado dentro de la
geografía del mundo, no nos referimos a un fenómeno geológico, sino a toda una
construcción histórica particular que ha tenido lugar dentro de ese territorio,
que lo ha delimitado y le ha otorgado un nombre, para diferenciarlo de lo
ocurrido en otros espacios, en otras historias. Igual que acontece con la
división del mundo en regiones, con sus propias historias, dentro de nuestro
territorio nacional existen también diversidad de regiones que han condicionado
una gran variedad de historias particulares, haciendo de nuestra historia un
proceso complejo, interesante y plural. Por ejemplo, la civilización
mesoamericana se desarrolló y nutrió con
las aportaciones de culturas ubicadas en distintas regiones; la división de
nuestro territorio nacional en dos mitades geográficas norte-sur, ha
condicionado un desarrollo histórico-cultural distinto en cada una de ellas
desde tiempos prehispánicos: Mesoamérica y Aridoamérica; la Revolución Mexicana fue un mosaico de
intereses regionales; la cultura e intereses del norte industrial actual no son los mismos que los de las comunidades
indígenas del sureste mexicano; los hábitos alimenticios de Sonora son
diferentes a los de Yucatán, etc.
Sentido de estudiar la Historia de México.
Estudiamos
la historia para conocer el actuar humano a través del tiempo, pero cuando nos
preguntamos para qué lo queremos conocer, la respuesta nos obliga a pensar en
la utilidad y finalidad que ello tiene, en la función social que tiene la Historia como ciencia.
Así,
al preguntarnos por el sentido que tiene el estudio de la Historia de México,
es decir, su ¿para qué?, hacemos inevitablemente referencia al problema de la
utilidad que el conocimiento histórico
tiene en lo social y en lo individual. Como primera respuesta diríamos que
la Historia como ciencia permite
mantener viva la memoria de los
pueblos, de recordar constantemente lo acontecido. Satisface la necesidad de los hombres de
explicarse de dónde vienen, cómo han llegado a ser lo que son, y hacia dónde
pueden ir.
La
función social de la Historia es
proporcionar conocimientos sobre el desarrollo humano para responder los
requerimientos de la sociedad en el presente, y orientar de mejor manera su
futuro. Permite comprender los orígenes y vínculos que prestan cohesión a una
comunidad humana y ofrece a cada individuo la posibilidad de trascender su vida
personal, ubicándola en el espacio colectivo. Al hacerlo, le otorga sentido y,
a la vez, le ofrece una forma de actuar y perdurar en su sociedad. Con esto,
hace posible que el individuo pueda construir una conciencia histórica, es decir, que no se piense más como un
espectador, como un sujeto pasivo, sino como un sujeto activo que se reconoce
en su historia y puede actuar conscientemente en ella incidiendo en su
orientación futura.
Sin
embargo, el estudio y conocimiento de la historia ha sido utilizado también con
fines político-ideológicos contrapuestos: de un lado, ha sido recuperada desde
el poder para justificar el sistema de dominación establecido; mientras que
para los grupos sometidos, la recuperación de la historia ha servido para
entender las causas de la opresión y para buscar caminos de liberación. Así
mismo, la Historia puede conducir a un pensamiento integrador, de cohesión
social, o, a la inversa, a un pensamiento de ruptura y de cambio del orden
establecido.
Funciones o utilidad de la Historia
La
Historia nos ayuda a: ubicarnos en el tiempo y el espacio; conocer las diversas
posibilidades de desarrollo humano; comprender el presente; conocer los vínculos que nos cohesionan como
sociedad; aprender de ella y evitar cometer los mismos errores; aprender,
reforzar o cambiar valores; saber qué conservar y qué cambiar; aprender a
respetar la diversidad de lo humano; construir una memoria colectiva; construir
una identidad; desarrollar nuestra conciencia histórica; orientar nuestras
acciones; disfrutar la vida.
El
estudio de la historia que ha tenido lugar en este espacio que llamamos México,
responde a la diversidad de funciones que se han descrito anteriormente. Ha
sido un elemento central que nos unifica y cohesiona como nación mediante la construcción de una memoria histórica colectiva. Esta
memoria colectiva ha permitido desarrollar un sentido afectivo de pertenencia y
de raigambre al identificarnos con sucesos, personajes, lugares, valores,
símbolos, costumbres, creencias e instituciones. Mediante ella se ha ido
delineando una identidad histórica que
nos conduce a pensar, actuar y vivir personalmente como mexicanos, y,
colectivamente, como una nación territorial y culturalmente unificada,
poseedora de una historia y una personalidad propia frente a las historias de
otras naciones del mundo. Memoria e identidad nos han permitido cambiar y
permanecer al mismo tiempo; abrirnos al mundo y ubicarnos dentro de la historia
mundial; nos han movido a defender y preservar lo que somos y tenemos ante las
agresiones externas de todo tipo.
Por
todo lo anterior, estudiamos también la historia para continuar ampliando y
profundizando nuestro conocimiento sobre la Historia de México; para explicar
nuevos problemas y enfrentar retos presentes. A través de ella podemos
cuestionar y analizar los conocimientos históricos y los valores que nos han
enseñado y hemos aprendido. Podemos encontrar nuevos elementos que nos permitan
construir una nación más democrática y justa. Podemos también, con la
comprensión de lo que somos como mexicanos, mirar al mundo, a las otras
naciones, con ojos más comprensivos y solidarios. Podemos dotar de sentido a
nuestro pensamiento y acción.
La Historia de México en el contexto de los procesos históricos mundiales.
La
historia de una nación es tan sólo un parte de la historia total de la
humanidad. En ella se sintetiza todo el desarrollo alcanzado por el hombre en
determinado tiempo y espacio, enriqueciendo al mismo tiempo con sus expresiones
particulares la unidad y diversidad que
componen la totalidad de la historia humana, de la historia mundial.
La
historia construida antes de la conquista española por los habitantes del
territorio hoy llamado México, fue una historia particular, paralela e
independiente de la que acontecía en el resto del mundo. Dentro de esta historia “mexicana” floreció
una civilización milenaria y original que forma parte del conjunto de las
civilizaciones antiguas que surgieron en otras partes del planeta, todas ellas
raíces profundas y ricas que muestran la diversidad de posibilidades de
existencia experimentadas por la humanidad en sus orígenes.
El
desarrollo de la antigua civilización indígena de México se vio violentamente
interrumpido por la conquista española, ubicada en la fase mercantilista del desarrollo capitalista europeo, ávido de
extender sus fronteras en busca de mercados y riquezas.
El
encuentro de Europa con un continente desconocido, que era para ella un “nuevo
mundo”, cambió cotidiana y geopolíticamente la vida y el pensamiento europeo y,
por supuesto, la vida y el pensamiento de los pueblos desde ese momento
sometidos a las necesidades e intereses capitalistas de aquella. La expansión
capitalista propició la aparición de una historia mundial que ponía por primera
vez en contacto a pueblos hasta entonces desconocidos y a sus historias
particulares. El pequeño continente europeo se ubicó a sí mismo en el “centro” de la recién nacida
historia mundial, mientras el resto de la humanidad fue considerado, desde su
perspectiva, como inferior, marginal y dependiente en todo sentido de su
historia y de sus ambiciones capitalistas. Así, los diversos procesos de la
historia europea han influido y determinado el desarrollo de los procesos
históricos de los países que como México han quedado ligados a ella.
El
capitalismo europeo se impuso como modelo civilizatorio a todas las demás
culturas y civilizaciones del mundo que sucumbieron o se mezclaron forzosamente
con sus intereses, concepciones, valores, creencias, prácticas y formas de organización.
Pero, al mismo tiempo, ha dependido de las sociedades sometidas para crecer y
seguir existiendo, expropiándoles todo aquello que ha sido útil a sus intereses
y necesidades. Mercancías, capitales,
tecnologías, ideas y formas de vida han circulado en esta relación
desigual.
Por
tales razones, la historia de México, como las demás historias de los países
conquistados y/o colonizados, quedó ligada desde el siglo XVI a la historia del
desarrollo capitalista, encabezado primero por Europa y posteriormente por los
Estados Unidos de Norteamérica. Los
diversos procesos históricos gestados y desarrollados dentro de nuestra
historia, desde aquel momento se han visto determinados por las necesidades de
desarrollo de ese sistema, ya fuese mientras éramos una colonia española, pero
también cuando nos constituimos en una nueva nación.
La
decisión de convertirnos en el siglo XIX en un país, en una nación
independiente, no fue una ocurrencia. Si bien surgió de nuestras condiciones
históricas particulares, se inscribía dentro de la propia lógica del desarrollo
capitalista que, desde el siglo XV y bajo el signo de la modernidad, había promovido en Europa la formación de estados-nacionales, asentados en
territorios bien delimitados, con poblaciones unificadas bajo un poder
centralizado, una cultura común y un sentimiento de unidad que contrarrestara
en aquel continente la dispersión de la antigua sociedad feudal. Trescientos
años después esta necesidad y modelo se exportó a América. Al igual que los otros territorios
latinoamericanos México los hizo suyos. Conjuntamente con la idea de
independizarse tenía la aspiración de
“modernizarse”, de convertirse en un estado-nación con base en un proyecto de
carácter capitalista que, en los hechos, continuaría siendo económicamente
dependiente de los países más desarrollados.
El
hecho de convertirnos en una nación
independiente beneficiaba de
todas formas al capitalismo internacional. Una nación significaba para éste un
nuevo mercado, abierto, sin los gravosos impuestos y monopolios feudales
establecidos por las monarquías. Si era
débil y dependiente, resultaba una presa fácil para expropiar las riquezas de
su territorio, como sucedió con el petróleo extraído por Estados Unidos e Inglaterra; o bien, para apoderarse del control político,
como lo intentó Francia a través del imperio de Maximiliano.
Otro
ejemplo de esta dependencia de México con el capitalismo internacional la
encontramos en el porfiriato. El interés del régimen porfirista en construir
una nación moderna, surgió en el momento en que las naciones capitalistas más
desarrolladas entraron en una nueva fase de industrialización acelerada y de
lucha por controlar las finanzas y el comercio mundial. El mundo fue nuevamente
repartido y sometido económica y políticamente por las grandes potencias.
Nuestro país abrió su débil economía y aceptó las inversiones de estas
potencias, reafirmando con ello su carácter dependiente, pues sólo logró
convertirse en productor de materias primas y en abastecedor de energéticos.
En
la década de 1980 las llamadas “potencias centrales” diseñaron un nuevo modelo
económico con el que pretenden sacar al capitalismo internacional de la grave
crisis en que se encuentra. Este modelo llamado neoliberal, basado en una
economía de mercado, privatización y globalización, se ha impuesto –mediante
“recomendaciones”- a países que como México dependen para su desarrollo
económico del capital de los países ricos. La adopción de ese modelo en nuestro
país nos ha obligado a abrirnos a la competencia con las grandes potencias en
el mercado internacional y al libre flujo de capitales, sin la capacidad ni los
recursos suficientes para hacerlo, lo cual ha agudizado las tensiones sociales,
políticas y culturales internas, acentuando el estado de crisis en que vivimos.
Como
lo muestran los ejemplos anteriores, es
claro que nuestra relación con la historia mundial se encuentra estrechamente
relacionada y determinada por la expansión del capitalismo,
evidenciándose dentro de ella nuestro carácter dependiente, con muchos saldos
negativos en términos de desarrollo y justicia social como nación. Pero
también, la inserción de México dentro de la historia mundial ha permitido el
contacto e intercambio cultural con otros pueblos y sus culturas, ampliando
nuestra visión del hombre y del mundo.
El proceso de investigación histórica: objeto de estudio,
fuentes e interpretación.
La
Historia como ciencia que se propone conocer, interpretar y explicar las
acciones humanas a través del tiempo y en el espacio, requiere para ello de un proceso de investigación. Si bien, el objeto de estudio de la Historia es el hombre como ser social, la
diversidad de acciones y relaciones que construye en el acontecer cotidiano requiere de
estudios más específicos y detallados, por lo que es necesario establecer con
claridad cuál de todas ellas se desea conocer a través de una investigación
histórica determinada. Así pues, todo proceso de investigación en Historia
requiere iniciar con la elección y delimitación de un tema de interés, lo cual
significa elegir y construir el objeto
de estudio específico de la investigación.
La
elección de un tema u objeto de estudio requiere considerar diversos aspectos:
su importancia histórica; la viabilidad de su conocimiento; su novedad u
originalidad; el interés personal que se tenga para conocerlo. Si bien unos
temas pueden ser más importantes que otros por la evidencia de sus efectos
sociales, no hay temas o sucesos irrelevantes por sí mismos, corresponde al
investigador descubrir y explicar su posible relevancia en un contexto
determinado. La viabilidad tiene que ver con la posibilidad de contar con la
información, el tiempo y la capacidad para enfrentar su conocimiento. La
novedad y originalidad de un tema u objeto de estudio no radica solamente en
que sea un tema nunca antes estudiado, sino en la capacidad del investigador de
construir sobre él nuevas interpretaciones. El interés personal de conocer un
tema es fundamental, pues es el motor que alienta a quien investiga a realizar
ese trabajo.
Antes
de iniciar un proceso de investigación es necesario elaborar un proyecto que sirva de brújula y base en
el desarrollo de la investigación. En él se deben contemplar los siguientes
asuntos: elección de un tema u objeto de estudio; delimitarlo, es decir, tener
muy claro qué se estudiará, así como sus referencias espaciales y temporales.
Las preguntas ¿qué? ¿dónde? y ¿cuándo? son fundamentales para ello.
Ejemplo
de delimitación de un tema:
Esta
investigación tiene como objeto de estudio a los grupos olmecas mesoamericanos
que habitaron en la zona costera del Golfo de México durante el periodo Preclásico Medio (1200
a.C.- 200 a.C.)
Es
necesario también señalar en el proyecto cuáles serían los propósitos de la
investigación; la justificación que tiene el estudio del tema; la o las hipótesis que se tienen sobre el
mismo; los contenidos o subtemas que darán cuerpo o estructura al tema
principal; el método que vamos a seguir; y, una primera propuesta de fuentes
que se consultarán para obtener información.
Ejemplo
de hipótesis y de justificación del tema:
Los
olmecas fueron la principal cultura que dio origen al desarrollo de la
milenaria civilización mesoamericana. Su estudio resulta importante para el
conocimiento de la historia prehispánica de México, pues fueron ellos quienes sentaron las bases
culturales sobre las que se
desarrollaría la historia de las demás
culturas que formaron la civilización mesoamericana. A ellos se les debe la
creación de la escritura, del calendario y de diversos elementos religiosos.
El investigador de la historia se acerca al
conocimiento de su objeto de estudio a través de las llamadas fuentes históricas, que son todos los
rastros dejados por el hombre a través del tiempo, y que aportan datos
importantes sobre el actuar y pensar humano. Anteriormente se pensaba que las
fuentes históricas eran fundamentalmente escritas, pero hoy se incluyen también
vestigios materiales de diversa naturaleza, así como información proveniente de
la transmisión oral. Las fuentes históricas
pueden ser de dos tipos:
Fuentes directas y
primarias son
las contemporáneas al hecho o proceso estudiado. Las directas son elaboradas
con el propósito de dejar un testimonio.
Fuentes indirecta y
secundarias son
todos los vestigios que no tienen la intención de dejar un testimonio. Se
identifica como secundarias sobre todo a aquellas que dan cuenta de un hecho o
acontecimiento de segunda mano, teniendo como información a las fuentes
directas y primarias.
Una vez elaborado el proyecto, la primera fase
del proceso de investigación consiste en recabar en las fuentes toda la
información que se requiere sobre el objeto de estudio. Pero lo más importante
en la tarea de historiar, es decir,
de construir conocimiento histórico, es el trabajo de interpretación de la información obtenida sobre tal objeto de
estudio. La interpretación no es solo un asunto de narrar o describir un hecho
o proceso histórico, sino todo un ejercicio de reflexión sobre lo encontrado, y el esfuerzo de explicar su sentido a partir de un análisis detallado de los diversos
elementos que lo forman. Interpretación, reflexión, análisis y explicación son
las habilidades intelectuales que se requieren para construir y comunicar el conocimiento histórico.
Actividades
de Aprendizaje
Aprendizaje
Ø Identificará
al tiempo y al espacio como conceptos fundamentales de la Historia.
Actividad
1
¿Que entiendes por historia?
_ ____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
¿para que sirve el tiempo histórico en el estudio de la disciplina que nos ocupa?
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Actividad 2
Investiga
las fechas de inicio y fin de los siguientes procesos y ordénalos
cronológicamente para construir una periodización de la historia de México:
Porfiriato,
periodo prehispánico, Revolución Mexicana, Revolución de Independencia,
Colonia, Reforma.
Aprendizaje
Ø Comprenderá
el sentido que tiene el estudio de la Historia de México
Actividad
3
De acuerdo a lo que se ha
planteado en el texto sobre la utilidad y función de la Historia y del sentido
que tiene su estudio, elige a 5 de sus funciones y escríbelas en orden
descendente, de acuerdo a la importancia que tú les asignes:
1______________________________________________________________
2______________________________________________________________
3______________________________________________________________
4______________________________________________________________
5______________________________________________________________
5______________________________________________________________
Que sentido tiene el estudio de la Historia para ti
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Aprendizaje
Ø Conocerá
algunos procedimientos de investigación histórica
Actividad 4
Elige
un tema histórico (objeto de estudio) que te interese investigar, dale un nombre. Después menciona en orden los
diferentes pasos que debes seguir para elaborar un proyecto que te permita
realizar tu trabajo de investigación:
1 Nombre: _____________________
2____________________________
3____________________________
4____________________________
5____________________________
6____________________________
7____________________________
8____________________________
Actividad 5
Señala
que tipo de fuente es cada una de las que se presentan a continuación:
Una
pintura rupestre: ______________________________________________
El
libro de Juan Brom, Esbozo de Historia de
México _____________________
El
documento de Morelos Sentimientos de la
Nación _____________________
La
historia de la peregrinación mexica ________________________________
Bibliografía
BLOCH,
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México: F.C.E.
BRAUDEL,
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FLORESCANO,
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enseñar la Historia. México: Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América.
CARDOSO,
Ciro F. S. (1980). Introducción al
trabajo de investigación histórica. Conocimiento, método e historia. Barcelona:
Crítica.
PEREYRA,
Carlos. (11981). Historia ¿Para qué? México:
Siglo XXI.
TECLA,
Alfredo. (1993). Teoría, métodos y
técnicas en la investigación social. México: Taller Abierto.
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